martes, 17 de marzo de 2009

ORGANIZACION URBANA EN CIUDAD PERDIDA

para los amantes del parque tayrona y pueblito


Margarita Serje de la Osa. Cuadernos de Arquitectura, Escala, núm. 9
"Hablo a las veces del pretérito y otras del presente, porque estas cosas algunas permanecen, y de otras no hay rastro", nos dice fray Pedro Simón, en la quinta de sus Noticias historiales. En este castellano encontramos la clave de todo el problema, tanto arqueológico como arquitectónico, referente a Ciudad Perdida. La cronología tairona establecida hasta ahora no permite ser muy preciso en la clasificación de la cerámica, como tampoco en las interpretaciones respecto al urbanismo de los asentamientos arqueológicos. Cada vez surgen hipótesis más convincentes sobre la evolución de los taironas con respecto a su movilización a todo lo largo y ancho de la Sierra Nevada, desde antes del proceso de la colonización española y su repercusión en las poblaciones indígenas, hasta el virtual abandono de las mismas ya entrada la época de la independencia.
Sucinto, explícito y documentado, el estudio hecho por Margarita Serje de la Osa acerca del "urbanismo" en Ciudad Perdida, pasa a ser uno de los documentos más completos que al respecto se hayan publicado en Colombia, ya que cuando los estudiosos tratan este tema en las historias del arte y la arquitectura, pasan por encima el aspecto urbanístico que tanta importancia tiene dentro de la conformación de las ciudades primitivas, donde es imposible entender el espacio arquitectónico fuera del contexto del tejido urbanístico. Esto equivaldría a pretender estudiar la vivienda aisladamente, sin comprender que estos recipientes son apenas piezas de una mayor dimensión que equivalen a la cosmogonía de la ciudad. En los asentamientos indígenas arqueológicos y en los que hoy prevalecen, existen diferencias y afinidades ostensibles. Por una parte se conservan elementos de la tradición indígena que ha venido trasmitiéndose a lo largo de las diferentes generaciones; pero inevitablemente se va dando un proceso de mestizaje que se refleja tanto en la conformación de las comunidades como en la disposición e implantación de las mismas. He aquí otro aspecto que ha de tenerse en cuenta cuando se estudia la distribución urbana en Ciudad Perdida, porque, al contrario de lo que suponemos, el proceso de metamorfosis de la ciudad es tan vertiginoso como sus pobladores. Recordemos que Ciudad Perdida se halla en la Sierra Nevada de Santa Marta, con una altura variable de acuerdo con los diferentes pisos térmicos donde se presentan las implantaciones, y alcanza en su punto más alto los 5.775 m. sobre el nivel del mar, lo cual la hace la montaña litoral más alta el mundo. Desde el siglo XVI los taironas abandonan sus poblados, huyendo de la coraza española, dejando que la selva y el tiempo cubrieran los vestigios de su hábitat. Muchos estudiosos han investigado en la zona, entre ellos Rischof, Alden Mason, Gerardo y Alicia Reichel-Dolmatoff, Luis Herrera, Gilberto Cadavid y, Alvaro Soto, entre otros. El mayor interés que ofrece el estudio de Margarita Serje de la Osa consiste en que se trata de una racionalización, tanto de los fenómenos de interrelación del espacio urbano de Ciudad Perdida, como de los procesos de implantación, sin olvidar, claro está, la clasificación de los métodos constructivos que caracterizan la arquitectura del entorno. El tratamiento sincrónico y atemporal de algunos elementos de la investigación es muy discutible desde el punto de vista estrictamente antropológico.
La información histórica y la descripción general del asentamiento arqueológico son lo suficientemente claras como para que el lector desprevenido las entienda. Allí se describe con precisión el aspecto organizativo y su relación obvia con el aspecto constructivo. La arquitectura lítica de Ciudad Perdida surge y se entiende como una adaptación a las condiciones del medio, que con las determinantes de climatización y control ambiental forman un todo coherente. Sólo entonces podemos entender la función de elementos como las terrazas y muros de contención, los anillos de piedra de los sitios de habitación, los diferentes tipos de caminos, los canales de aguas lluvias y las variedades de escaleras. Todos estos elementos forman parte del repertorio espacial que determina el tejido de una ciudad en perfecto equilibrio con su hábitat. Cada uno de los elementos está debidamente clasificado y estudiado, con rigor intelectual, en sus diferentes manifestaciones. Es una información que le sirve tanto al antropólogo como al arquitecto, que en el caso de Ciudad Perdida deben estar fundidos en uno solo. Es muy difícil estudiar esta zona sin una coincidencia rigurosa y feliz de interdisciplinas, desde los caminos que nos enseña el guaquero, hasta la clasificación temporal del antropólogo. La importancia de este estudio radica en que es un punto de partida para seguir ahondando con rigor científico (que a medida que apunta hacia el futuro nos explica el pasado) en Ciudad Perdida, donde todavía hay mucho por descubrir.
MARIO NEREA GOMEZ

No hay comentarios:

Publicar un comentario