LA IGLESIA DE SAN DIEGO
MARIO NEREA GOMEZ
La arquitectura colonial dejo en Bogotá, verdaderas joyas para decantar visualmente por el transeúnte desprevenido. Tanto en el orden civil, como en el religioso, muchas huellas de arte colonial quedaron plasmadas dentro del centro de
la capital... Una de ésas reliquias es precisamente “El convento de San Diego “que permanece inmutable a través de los siglos: es una isla urbana detenida en el tiempo, a cuyo alrededor crecen los edificios gigantescos que caracterizan el Centro Internacional de Bogota.
EL Convento de San Diego se construyo en 1.606 en los terrenos que conformaban la esplendida casa de campo de Don Antonio Maldonado de Mendoza, llamada la Burburata. Santafé de Bogotá comprendía en ese entonces, desde la calle 1ª hasta la calle 26; y desde la carrera primera, hasta la carrera catorce, que era el nuevo barrio San Victorino. La iglesia fue concebida en su época, como un típico convento rural, a la vera del camino de Tunja, con adobes empañetados, techo y balcones de estructura en madera y cubierta de teja de barro.
A mediados del siglo XIX, Chapinero, en ese entonces, una pequeña población, situada a dos kilómetros de Bogotá, empezó a crecer. Las familias de la aristocracia Bogotana tomaron lugar para sus quintas en los terrenos intermedios entre santafe y chapinero. El canino a Tunja – carrera 7a –, y la alameda –carrera 10ª- se ampliaron; ambas vías se cerraron configurando un triangulo urbano muy determinado para convento. Esta zona se pobló rápidamente y al noroccidente se construyó Babaria. Pero a principios de siglo todavía se podía ver a San Diego, como una iglesia rural, gracias al contacto y la cercanía aledaña del Parque De la Independencia, una extensa zona verde alrededor de la quebrada, que una vez canalizada por el alcantarillado, formó una salida rápida para el occidente de la ciudad.
A principios de los años 60, la zona residencial de San diego empezó a convertirse en lo que es hoy el Centro internacional, con edificios como el hotel Tequendama y Bavaria. La iglesia de san Diego presenta un fuerte contraste con su entorno urbano. Alrededor de ella giran edificios como Colpatria, Seguros Tequendama y la Torres del parque –del arquitecto Salmona-, y es un punto de carácter histórico que marca un símbolo en la malla urbana de Bogotá.
Hoy este sector es uno de los más dinámicos de la ciudad en términos de intercambio comercial y cultural. Es un punto vital de encuentro urbano. Allí se encuentran importantes ejes como el Planetario - Plaza de Toros, el Parque de la Independencia, que un sitio estratégico de respiración visual del centro de la capital, existe además en el nuevo espacio recuperado por la Alcaldía Peñalosa, el legendario “Mono de la pila”, donde está la placa conmemorativa del Club de Leones de Bogotá.
La iglesia de San Diego, con la riqueza, el acopio ornamental y la calidad de su volumétrica arquitectónica, es un hito de la ciudad, que habla del pasado conventual y la hace mas amable al transeúnte, conservando intacto, su emplazamiento, en el tejido urbano de la capital.
2008-05-12
MNARIONEREA@YAHOO.ES
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