BILL CLINTON EN BOGOTA: DECLARACION DE AMOR A COLOMBIA
BILL CLINTON pasó por Bogotá, caminó por la carrera 13 hasta el centro de convenciones, se tomó fotos con los niños de Pereira, fue a comprar artesanías y hasta tuvo tiempo de de saludar a sus fanáticas en el Atlantis plaza.
El presidente Clinton rompió sus tres anillos de seguridad, incluidos los del presidente Uribe, y puso muy en claro que es el mejor amigo de Colombia: tiene hace tres años una de esas manirellas que le regalaron en Cartagena y no se la quita y le permanece fiel como a su prenda de matrimonio.
Mientras el candidato Enrique Peñalosa lo aburría con una perorata sobre Gestión Pública, el gigante de Arkansas hizo hasta lo imposible para acomodarse una manillera nueva tricolor que le regaló la Ministra de Cultura. Se lo notaba muy contento con su nuevo souvenir y siempre dice en sus visitas internacionales que ese accesorio es un símbolo de su amor a Colombia. Esto podría sonar falso o raro, a no tratarse de un personaje de las calidades humanas del Demócrata más famoso del mundo, tanto por su posicionamiento del partido Democrata en los Estados unidos, como en la vieja acepción de la palabra democracia a secas.
El centro de convenciones de Bogotá registraba un lleno hasta las banderas –a pesar de que la entrada valía quinientos mil pesos - y habían 2000 almas esperando la llegada del ídolo del liderazgo mundial. Y es que Clinton, hay que decirlo, es uno de los líderes más importantes del siglo XX. Creo que para la posteridad, en la primera mitad del siglo el personaje indiscutible es Wiston Churchill; el hombre que paro a Hitler, el voluminoso y excéntrico primer ministro Británico. Pero en la segunda mitad del siglo XX, Clinton, es el personaje más importante, por su carisma y serenidad política al frente de la primera potencia del mundo.
Quiere más a Colombia que muchos colombianos. Para él Colombia va en la dirección correcta, debe tener paciencia y no precipitarse a un salto al vacío en el TLC- así se lo dijo a Uribe-, y enfocarse en la creatividad y en la capacidad del colombiano de crear nuevas realidades. Con la mano en el corazón, se declaró el mejor amigo de Colombia y abogar por las causas nacionales, en el entorno de las naciones unidas y las ongs internacionales.
Expresó con sun sonrisa de adolescente bonachón que “el futuro somos nosotros, porque nosotros somos la revolución”. Colombia, dijo, es una gran promesa para la humanidad y debe redimir la muerte de todos los que han caído en esta absurda guerra. Guarda Clinton en su casa una condecoración de un combatiente caído, que una colombiana le regaló como símbolo de esa tragedia nacional y se la muestra a sus amigos como presea de los enormes sacrificios que hace Colombia en la guerra contra el narcotafrico y la guerrilla.
Finalmente se despidió uno a uno de los niños músicos de la escuela de Pereira que a pesar de ser sordos oyen la música en su mente. Al final, me firmo un autógrafo, dedicado a mi compañera, donde en claro español le mandaba un beso.Ultimo dato, me impresiono cuando dijo: “el político es el hombre que debe entender todas las agonías del mundo”. Humanidad y grandeza son dos palabras que lo califican, pero que ese día en Bogotá, le quedaron pequeñas.
MARIO NEREA GOMEZ
matrix@uniandino.com.co
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