miércoles, 14 de diciembre de 2011

Más y mejores colegios para Bogotá : LA ARQUITECTURA AL FIN RECUPERADA PARA LA INFANCIA Y LA PEDAGOGÍA

LIBRO Más y mejores colegios para Bogotá. Proyectos educativos en el marco del convenio de la Secretaría de Educación de Bogotá D.C. y la Universidad Nacional de Colombia. Espinosa, Alfonso y otros. 2.010. 504 pág.

Con esta publicación, la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Colombia y la Secretaría de Educación de Bogotá hacen visible el convenio institucional sobre el plan de mejoramiento, interventoría y diseño de ambientes educativos para el Distrito.

La etapa más crítica en la formación de un ser humano son los años escolares. En esta etapa se necesitan cariño, buena alimentación, espacios de juego.Fernando Savater el filósofo y pedagogo español dijo alguna vez que la literatura es la infancia al fin recuperada y de tal experiencia dejo un hermoso libro con el nombre referido. Savater se propuso recuperar su infancia en este ensayo, y no digo que no lo haya hecho, sino que sobre todo, ha rescatado la nuestra. Me he tomado la libertad de parodiar su hermoso título en este artículo porque considero que en Bogotá y dentro de los avances más importantes de la ciudad en todo el sentido cívico e institucional está el de la recuperación de la arquitectura para la infancia y la pedagogía. Veamos porqué. El libro "Más y mejores colegios para Bogotá" refleja en sus páginas el más grande programa de inversión en la historia de la ciudad que llevó a la construcción, ampliación, mejoramiento integral y reforzamiento estructural de las escuelas públicas en la capital del país. Recorrer sus páginas es adentrarse en vasto proyecto pedagógico que se ve reflejado en el espacio arquitectónico como contendedor del espacio educativo. Es un dialogo abierto entre pedagogía y arquitectura creando un sistema de vasos comunicantes donde el resultado final evidencia una profunda conciencia de lo que debe ser un colegio como tejedor de red urbana y matriz de mejoramiento institucional y por ende social. El impacto sobre la ciudad hace que estos grandes colegios se conviertan en motores de cambio social, las redes que se activan en la inserción de los colegios alcanzan una cobertura macro, donde mejora la calidad de vida de los estudiantes. Se rompe el paradigma abismal que había entre educación pública y privada, viciado por antonomasia de connotaciones clasistas y es así cómo hoy en día muchos de los colegios públicos tienen estructuras más funcionales y adecuadas que los mismos colegios privados. Se refleja claramente esta acción pedagógica y arquitectónica en el libro, con todo el énfasis de varias alcaldías anteriores, que dada su continuidad y sostenibilidad en el aspecto educativo, desde Antanas Mockus, pasando por Enrique Peñalosa y con un gran énfasis en la administración de Lucho Garzón le han dado al tema y su compromiso con el mismo y con la ciudad de Bogotá. Este esfuerzo se palpa al recorrer el libro donde en un ejercicio de transparencia ciudadana y con los mejores arquitectos del país y dentro de los límites de la contratación pública se obtiene un resultado de alta calidad y cuyo esfuerzo se vio premiado en la bienal de arquitectura del 2.010 dentro de la Categoría Divulgación y Publicaciones con una merecida mención de honor .La arquitectura, entonces, es la materialización de una concepción pedagógica integral, que permitirá recuperar el sentido de pertenencia de la comunidad educativa frente a su institución y volver la edificación un referente en el contexto urbano. En este proceso, la UN jugó un papel vital desde la formación del proyecto hasta su ejecución. Arquitectos, ingenieros, diseñadores y otros profesionales hicieron parte de este plan que transformó el rostro de la educación en Bogotá y que benefició a 118.452 niños acogidos en las escuelas nuevas. Según el decano de la Facultad de Artes, Jaime Franky, “el conjunto de intangibles presentados puede ser de utilidad al recorrer las páginas de este libro”. En su concepto, la publicación no adquiere la connotación discursiva que los académicos puros desearían. Su propósito es “documentar los resultados de un proceso, alentar la crítica, fortalecer la comunidad académica y profesional interesada en el tema y, aprovechando la dimensión del trabajo adelantado y la participación de múltiples profesionales en él, identificar el estado de avance en el ámbito de la infraestructura escolar, producto de la voluntad comprometida con el mejoramiento integral de la educación en Bogotá.” Con el ingenio y creatividad de los mejores arquitectos del país, la Secretaría de Educación Distrital (SED) ha puesto en funcionamiento 16 nuevos colegios, entrega otros cinco que empiezan a operar el próximo año y ha reconstruido 28 existentes, con lo cual ha hecho posible que más de 80.000 niños de escasos recursos estudien en verdaderas obras pedagógicas que propician el aprendizaje .Pensando en ofrecer escenarios que promuevan una educación de calidad, la SED fijó los parámetros que garantizan la construcción de espacios adecuados para la enseñanza y, con base en ellos, se dio a la tarea de ubicar los lugares de la ciudad con mayores necesidades educativas. A partir de ahí, la alianza arquitectura-pedagogía involucra nuevos conceptos que hacen de las nuevas construcciones un complemento entre imagen, bienestar y actualidad. Por ello, el proyecto de construcción de nuevos colegios, emprendido por la Secretaría de Educación, se concibió desde una perspectiva integral, encaminada a lograr una mayor cobertura con infraestructura escolar de la mejor calidad. Estos equipos trabajaron sobre los parámetros fijados por la SED, tendientes a construir establecimientos educativos que, más que una simple infraestructura, una construcción o un área físico-espacial, constituyan un lugar para el desarrollo de procesos formativos, mediante interacciones pedagógicas en ambientes o contextos pertinentes. Esta concepción busca avanzar y dejar atrás la simple idea del edificio escolar que considera el aula como el eje de la construcción, para acceder al manejo pedagógico de todas las áreas y todos los espacios disponibles en la institución escolar, para encontrar en ellos diferentes tipos de soluciones. Según el arquitecto Carlos Benavides, subdirector de Plantas Físicas de la SED, “la arquitectura escolar ha evolucionado de acuerdo con las tendencias pedagógicas vigentes, desde las propuestas masificantes y rigurosas del sistema lancasteriano, con grupos numerosos de hasta 500 alumnos, con mobiliario fijo, tarima especial para el docente y uso del aula frontal, hasta los nuevos sistemas educativos que han impuesto respuestas arquitectónicas, en las que los requerimientos involucran la tecnología de informática y de comunicaciones. Estas nuevas respuestas exigen la implementación de diseños más flexibles en las aulas, cambiando incluso el tradicional nombre de pupitre al de puesto de trabajo, ya sea individual o de grupos.” No sobra decir que más de un millón de alumnos en la ciudad de Bogotá se han beneficiado con este descomunal esfuerzo institucional, cívico y ciudadano y del que da transparente testimonio este hermoso libro para poder aprender, disfrutar y convivir en un hábitat escolar mejor y más digno.

MARIO NEREA GOMEZ
ARQUITECTO
Santafé de Bogotá COLOMBIA

LA ARQUITECTURA COLOMBIANA COMO INDICADOR DE PAÍS

XXII Bienal Colombiana de Arquitectura 2010 Sociedad Colombiana de Arquitectos URBANISMO Mesa Editores 384 paginas

 La Bienal Colombiana de Arquitectura, es una de las más antiguas y con mayor prestigio en el mundo, la Sociedad Colombiana de Arquitectos convoca a todos los arquitectos del país a participar activamente en esta Bienal, con el fin de mostrar al mundo lo mejor del talento arquitectónico en esta nueva edición. En este libro se presentan los proyectos más representativos en el campo de la Arquitectura, realizados durante los dos últimos años en el país constituyéndose en una referente que reviste la mayor importancia para el desarrollo arquitectónico y urbanístico de Colombia por la importancia de la documentación contenida dando testimonio de la calidad profesional de nuestros arquitectos en un mundo competitivo y globalizado. Con este tipo de libros, La Sociedad Colombiana de Arquitectos ha cumplido un papel fundamental en la construcción del gremio, a la vez que da un paneo por las diversas tendencias de la arquitectura en Colombia para que finalmente hacia el siglo XXI podamos entender los elementos que nos definen y otorgan la identidad tan ansiada del país que construimos. Libro poliedro, de múltiples lecturas, de matices interpretativos, donde se respira a lo largo de sus páginas una “Poética del espacio”, donde el agua, la luz y los sueños son partes de un entorno lúdico y estético, forjador de cultura e identidad en la arquitectura Colombiana como indicador de un país, múltiple, diverso, multiétnico y sobre todo, creativo, con las herramientas de diseño donde se forjan los entornos habitables de nación.

 Este libro representa la vitalidad y el desarrollo de un oficio con alto nivel de calidad, que encarna un camino hacia la civilidad, la urbanidad y el bienestar común. Incluye más de 130 obras realizadas durante los años 2005 y 2010. Se trata de una publicación que construye memoria crítica sobre Colombia y su arquitectura, una herramienta que consolida la profesión. Es una muestra de nuestra arquitectura, reconocida en el mundo por sus avances urbanísticos. Hay que destacar con mayúsculas el premio que La Sociedad Colombiana de Arquitectos entregó al Museo del Oro del Banco de la República y al equipo de arquitectos a cargo de su renovación museográfica, el premio en la categoría Arquitectura de Interiores y Arquitectura Efímera de la XXII Bienal Colombiana de Arquitectura. El jurado destacó la visión fresca y las innovaciones al tratamiento del espacio expositivo de la propuesta. Se concluye que la arquitectura Colombiana linda con lo integral, lo transdisciplinar y el sentido de lo colectivo en Colombia. Es hora de leer la arquitectura colombiana asociada a la Constitución Política del 91, a los grandes cambios y transformaciones del sentido de lo público y a una nueva forma de entender que la arquitectura es tanto síntoma como un reflejo del país en que vivimos.
Muy didáctico resulta el entorno teórico la arquitectura colombiana para entender los méritos de esa vanguardia de arquitectos que se ajustan a las tendencias de globalización y logran a su vez resultados magníficos en la provincia colombiana. “Pensar Globalmente y actuar localmente”, no es una simple frase de cajón ambientalista en este caso ya que en todo el luminoso contendido del libro, se ilustra con ejemplos elocuentes de cómo se construye nación desde lo regional, desde una visión integral del hábitat nacional, con la utilización de materiales nativos o, con proyectos de acentuado carácter monumental Recuerdo cuando Susan Sontag visitó Bogotá y en la conferencia que dio en la Biblioteca Luís Ángel Arango, quedo maravillada con el recinto arquitectónico de la misma y sus aconteceres culturales, pues la imagen de Colombia desde el exterior parece que fuera la de un campo minado, y no un país en construcción permanente ,que se forja con ciudadanía, con el concurso de arquitectos, urbanistas, diseñadores gráficos y de interiores, Sociólogos, y que de manera ágil y creativa documenta el libro de la última bienal de Arquitectura Colombiana.
 Digamos que la arquitectura y su ejercicio en el país cambia de paradigma, ya no es esa profesión elitista y desconectada de la sociedad en que se inserta, también es multidisciplinaria se requiere sociología, trabajo de campo, materiales nativos, consideraciones antropológicas, que se sintetizan en estas importante obras por su significado en una sociedad multicultural como la colombiana, que por la hermosa factura de diseño y construcción que representan. La edición del libro es un verdadero acierto en lo que refiere a diagramación, fotografía y fichas explicativas de cada proyecto en particular. Resulta muy didáctico para ver las múltiples formas como la arquitectura colombiana, desde el hábitat popular, pasando por el diseño de interiores, hasta llegar a proyectos de recuperación de patrimonio arquitectónico, compite en los entornos locales e internacionales, con propuestas imaginativas que reflejan las diversas formas del ejercicio profesional de los arquitectos colombianos y su compromiso con un país en permanente construcción.
 Es de justicia destacar estas categorías que encarnan paradigmas del diseño en Colombia y sus ganadores en la Bienal del 2010: • Categoría Ordenamiento Urbano y Regional: Plan de Ordenamiento Territorial de Armenia. Alcaldía de Armenia Secretaría de Planeación. • Categoría Diseño Urbano y Paisajismo: "KARL BRUNNER", Jardín Botánico de Medellín, perímetro exterior. Lorenzo Castro y Ana Elvira Vélez. • Categoría Proyecto Arquitectónico: "FERNANDO MARTÍNEZ SANABRIA" , Escuela Santo Domingo Derka, Medellín. Obranegra Arquitectos (Carlos Pardo Botero, Nicolás Vélez y Mauricio Zuluaga). • Categoría Hábitat y vivienda colectiva "GERMAN SAMPER GNECCO", Río Apartamentos, Cali.Joe Delgado y Andrés Felipe Colonia • Categoría: Arquitectura de interiores y arquitectura efímera: Museo del Oro, Bogotá. • Efraín Riaño, Fernando de la Carrera, Germán Ramírez, Luis Fernando Ramírez, Sergio García, Alvaro Bohórquez, Gina Urazán. • Categoría Intervención del Patrimonio : "CARLOS ARBELÁEZ CAMACHO, Museo de Arte Moderno de Medellín (Reconversión de Talleres Robledo). Patricia Gómez, Jorge Mario Gómez y Fabio Antonio Ramírez. • Categoría Teoría, Historia e Investigación : "CARLOS MARTÍNEZ JIMÉNEZ", “La carrera de la Modernidad”. Autores: Carlos Niño Murcia y Sandra Reina Mendoza. • Categoría: Divulgación y Publicaciones. LC-Bog. Le Corbusier 1947-1951, Universidad de los Andes, Pontificia Javeriana, Universidad Nacional de Colombia, Universidad Jorge Tadeo Lozano, Instituto Distrital de Patrimonio Cultural y Museo de Bogotá. la investigación que produjo un libro y una exposición sobre el plan que presentó Le Corbusier para Bogotá a mediados del siglo XX. Me atrevería a plantear una tesis que se desprende de la atenta mirada a las exquisitas páginas de este libro. La Arquitectura colombiana para ser sostenible en el entorno globalizado que estamos viviendo y que se avecina –léase TLC-- tiene que considerar y contemplar los siguientes elementos conceptuales si quieres seguir el camino y la senda que quedan patéticamente evidencias en este libro: Ir de los publico a lo privado, ir de la construcción de ciudad a la solución de escalas en las localidades y en el barrio, ir del Planes de ordenamiento territorial a sus prácticas participativas con las comunidades, ir de los Equipamientos Comunales antes que a las soluciones aisladas. Con todos estos elementos un conjunto de profesionales del diseño se están incorporando a un imaginario de nación que queda visiblemente evidenciado en los contendedores de ciudad en Colombia para que las generaciones presentes y futuras puedan ver un su entorno, no un reflejo del caos social, sino la transparencia de una política pública urbana en función del ciudadano. MARIO NEREA GOMEZ ARQUITECTO UNIANDES Santafé de Bogotá COLOMBIA 2.011

MEDELLÍN MEDIO- AMBIENTE URBANISMO SOCIEDAD

MEDELLÍN MEDIO- AMBIENTE URBANISMO SOCIEDAD..
Libro MEDELLÍN MEDIO- AMBIENTE URBANISMO SOCIEDAD. Universidad EAFIT (Medellín, Colombia)-Claudia Helena Hoyos Estrada, Centro de Estudios Urbanos y Ambientales – Urbam. Medellín, 2.010. EL MILAGRO DEL CASO MEDELLÍN Qué bueno que se publiquen libros como éste sobre Medellín. Rompe con el paradigma de un ciudad estereotipada por los fantasmas de la violencia narcotraficante y estigmatizada ante la opinión pública por la deformación de los imaginarios cinematográficos del ya legendario Pablo Escobar y los antihéroes del sicariato de las comunas que plasmó el director de cine Gaviria en sus míticas películas. Si el lector desprevenido quiere ver la otra cara de la moneda de Medellín debe sumergirse en este cuidadoso libro donde se evidencia la transformación de una ciudad que a punta de gestión institucional, buenos alcaldes –léase Sergio Fajardo - se convierte en una metrópolis pujante entendida en el sentido amplio de la palabra, como construcción de sociedad civil, donde los interdisciplinario y lo político abren la ciudad desde múltiples perspectivas, a un cambio radical en la transformación urbana y los distintos actores que han participado en dicho proceso. Articulado alrededor de tres ejes temáticos centrales de análisis sobre Medellín, como son Medio Ambiente, Urbanismo y Sociedad, el libro hace un panorámico histórico de tejido social amplio y conceptualmente complejo y válido. Delimita su campo de acción a éstos ejes, sin ser unidimensional, como tampoco lo es ninguna ciudad que se quiera analizar con rigor académico. En el área ambiental se analiza el entorno regional de la ciudad, el impacto humano, las amenazas y riesgos, la gestión del paisaje y las imágenes satelitales como herramientas de la planificación urbana y el desarrollo ambiental. En el área de Urbanismo, se abordan los temas de informalidad y urbanismo social, la publicidad de lo público, las transformaciones en movilidad, el ordenamiento territorial como mecanismo de transformación social, y la vivienda digna entendida como socialmente sostenible. En el capítulo de Sociedad, se abordan los temas sociales y económicos como lo son: La ciudad y la trampa de la pobreza; la construcción de estatalidad local; el comportamiento y las políticas públicas respecto a la violencia homicida; y finalmente los cambios sociodemográficos con información actualizada en el siglo XXI. Como un homenaje a la ciudad de Medellín, la Universidad Eafit y urbam Centro de Estudios Urbanos y Ambientales, publican el libro MEDELLÍN MEDIO AMBIENTE URBANISMO SOCIEDAD. En tiempos recientes lo que se ha llegado a conocer como el caso de Medellín ha generado un interés creciente en la comunidad internacional, las transformaciones que tuvo la ciudad se han convertido en un foco de interés y punto de referencia para expertos en muchas áreas alrededor del mundo. Este es un testimonio al valor que se le da en la cultura al hecho de ciudad, a la idea de lo público y a la creciente relación que se ha generado entre lo técnico, entendido con sentido extenso como lo disciplinar, y lo político, entendido en sentido amplio como construcción de sociedad civil. El libro recoge un conocimiento sobre la ciudad desde múltiples aspectos, un conocimiento sin duda impresionante por su extensión y profundidad así como también por la capacidad de combinar datos objetivos con reflexiones conceptuales sobre el alcance e impacto de las distintas perspectivas sobre el tema de la transformación urbana y los distintos actores que han participado en dicho proceso. Finalmente el libro es el inicio de una reflexión profunda y compleja sobre la ciudad de Medellín, que es a la vez proyecto de conocimiento e instrumento de acción y participación. Mario Nerea Gómez Arquitecto Uniandes Colombia, 2.011 .

martes, 17 de marzo de 2009

HABLAN VETERANOS ARQUITECTOS COLOMBIANOS

Conversaciones De Arquitectura Colombiana, Rafael Gutiérrez-Fabio Restrepo, Volumen 1, Facultad de Arquitectura, Universidad de los Andes, 100 Pág. 2004

HABLAN VETERANOS ARQUITECTOS COLOMBIANOS.

“A mi me gustaban mas las clases que las conferencias. En las clases uno puede mantener un diálogo pleno"
Jorge Luís Borges

En un ejercicio pedagógico de caracteres transdiciplinarios este libro asombra por su contenido ilustrativo sobre figuras muy representativas del acontecer de la arquitectura en Colombia. Poner a dialogar a los protagonistas de las historia de la arquitectura de la última mitad del siglo XX, sobre las minucias de su oficio, sobre su arduos años de aprendizaje, sobre la vocacionalidad y lo que encarna ser arquitecto, resulta por decir lo menos, un ejercicio enriquecedor para esclarecer el pensamiento arquitectónico de estos ilustres pioneros de la arquitectura en Colombia, y en el significativo aporte que hacen en su discurso como maestros, y en su oficio respaldado por obras de importancia significativa en la historiografía de la arquitectura en Colombiana.

Cuenta una anécdota que en la antigua Grecia Sócrates le dijo a Platón que la Acrópolis de Atenas no necesita explicarse, porque ella por sí sola canta cuando se la contempla en la distancia. Y es que la arquitectura Colombiana ha permanecido muda, en el sentido literal de la palabra y sus pioneros han pasado un poco al margen de la historia y las transformaciones urbanas del país. Desde ese punto de vista hay un vacío que documentar, con testimonios directos de vida, sobre cómo se ejerce ese oficio del arquitecto, que no tienen nada de misterioso y que por el contrario, está inscrito en una práctica profesional que finalmente es la que da testimonio de la arquitectura colombiana en el entorno internacional.

Como parte del curso de arquitectura colombiana que se dicta en la Universidad De los Andes, se lanzó la idea de poner a hablar en unas entrevistas informales a 5 arquitectos destacados, formados en su gran mayoría en la Universidad Nacional y en el exterior, que han tenido mucho que ver la consolidación de la facultades de Arquitectura de la misma universidad Nacional y de la De Los Andes. Los protagonistas de este laboratorio pedagógico son los ilustres arquitectos Roberto Rodríguez Silva -el hombre del jazz de la HJCK y del impecable edificio Sabana Av. 19--; Hernán Vieco - el veterano arquitecto de Hacienda Santa Bárbara-; Arturo Robledo -el maestro de la Nacional y diseñador del Parque Simón Bolívar-; Fernando Jiménez – el urbanista de Ciudad Salitre- y Francisco Pizano -cofundador de La Universidad de los De Los Andes y exdecano de su facultad de arquitectura-. La propuesta metodológica es interesante: cada uno de los arquitectos hace un recuento de su trayectoria profesional, no dentro la frialdad de un “ridiculum vitae”, si no pormenorizando aspectos de sus móviles en el oficio de la profesión y en una serie de anécdotas que la mayoría de las veces dicen mas que la simple enumeración de los proyectos ejecutados o proyectados. Posteriormente los estudiantes les disparan preguntas – algunas a quemarropa-, que resultan inquietantes, incluso para los mismos interlocutores, donde se dan respuestas poco formales y que tienen el encanto de la espontaneidad y la calidez del entorno claustral. Es así como alguno de los entrevistados llega a afirmar que la arquitectura no se aprende en el sentido literal de la palabra, y que es un don de nacimiento, misterioso como el de la misma poesía. Llama la atención un hilo conductor en las entrevistas a los personajes. Todos tienen una formación humanista, renacentista, diría yo, y logran abordar un sinnúmero de saberes a más de la arquitectura y el urbanismo, donde se siente una formación humanista – que se ha perdido en aras de la especialización tecnocratita- y que es la base y el sustrato donde se apoya la sabiduría del oficio.

En un país donde abundan facultades de arquitectura, donde según el crítico de arquitectura Germán Téllez, sobras dos terceras partes de los arquitectos que egresan a las filas del desempleo, hecho que hace a la arquitectura colombiana según sus palabras una “profesión desubicada”, es muy importante la lección que deja el testimonio de estos arquitectos, que son responsables de edificios de la buena Arquitectura Moderna, bien diseñada, construida, sin pretensiones formalistas y fuertemente integrada a los usos y los lenguaje arquitectónicos de un auténtico entorno nacional. La valoración de la obra de estos protagonistas de la historia arquitectónica del país es algo que está por hacerse, ya que sus obras adquieren en el tiempo un significado superior al propósito para el que fueron construidas. Es decir, trascienden la fronteras de los usos institucionales, conformando ciudad y se inscriben en un arquitectura perdurable, maciza, anclada en procesos identitarios y que cada vez resultan mejores, en medio de tantos proyectos vacíos de espíritu, anclados a la moda de turno - postmodernismo, deconstructivismo y otros ismos- y que en aras de una globalización de los lenguajes arquitectónicos, se quedan como modas formales, insostenibles en el tiempo, de los usos múltiples del entorno arquitectónico Colombiano.


Es un libro que se debe leer lentamente, para asimilar el “sumun” de contendido pedagógico que tiene en sus bien diagramadas páginas; debería ser lectura obligatoria en las facultades de arquitectura , ya que allí están contendidos unos secretos emocionales del oficio de arquitecto, un enfrentar con rigor los temas del aprendizaje y un saber que la arquitectura se vivencia todos los días, haciendo arquitectura, mirando las ciudades, comprometiéndose con el espacio urbano, formando convivencia, para finalmente entender que la arquitectura es un contendor de muchos saberes ; pero que el arquitecto, ya sea proyectista o constructor, - que no siempre tienen que estar divorciados- es ante todo un humanista integral, como bien los demuestran las cinco entrevistas que de manera magistral, dejan profunda huella en este hermoso texto, para la memoria y el entendimiento del ejercicio profesional de la Arquitectura –con mayúsculas- en Colombia.


MARIO NEREA GOMEZ
ARQUITECTO UNIANDES
MATRIX@UNIANDINO.COM.CO
2007-07-14

REVISTA ESCALA : QUE VIVA LA ARQUITECTURA COLOMBIANA

Revista Escala No. 200 Conmemorativa de los 40 años de circulación.
CUARENTA AÑOS AL SERVICIO DE LA ARQUITECTURA COLOMBIANA

“La revista ESCALA es una clara excepción a todas las reglas lógicas de una publicación periódica, no sabemos muy bien porqué pero la revista ha roto paradigmas de permanencia, circulación contenido, reediciones, periodicidad, cariño y odio de parte de sus lectores y obviamente, varias veces ha sido corcho en los remolinos económicos que deparan los procesos históricos en la economía de nuestros países.”
GERMAN TELLEZ

¿Qué sería de la arquitectura colombiana sin la revista ESCALA? Esta es una muy buena pregunta para comenzar esta reseña, que no pretende ser sino un homenaje caluroso al grupo humano –encabezado por la familia de arquitectos Serna- que ha sostenido con increíble constancia, consistencia y persistencia esta importante publicación. La respuesta a la pregunta anterior es la siguiente: Sin la revista ESCALA se habría perdido la memoria grafica y arquitectónica de innumerables proyectos que hacen de la arquitectura colombiana una de las mas sólidas de América. O, para formular la respuesta de manera positiva: La revista Escala ha documentado los proyectos más importantes durante cuarenta años de la arquitectura colombiana y se convierte en el archivo -disco duro- de nuestra memoria arquitectónica. ¿Alguna vez ha pensado usted en conseguir los planos de su casa o apartamento? Tarea muy ingrata que no se la recomiendo a nadie. Simplemente no existen, o están tan archivados, que es más fácil llegar una bóveda del banco de la Republica que a dicha información. Ahora, en la trivial época del postmodernismo – que en América no pasó por el modernismo- las cosas son más fáciles. Los planos arquitectónicos se elaboran Autocad – u otros sofisticados lenguajes de computador como los que utiliza el arquitecto Frank Guery - y se pueden almacenar en un diskette de alta densidad.
Los arquitectos clásicos – si es que tal especie existe-, que trabajaron con regla T y paralela, escala y hoja de cálculo, saben muy bien que la documentación de un proyecto arquitectónico como el Palacio de Nariño, por ejemplo, no baja de 200 planos, sin incluir detalles arquitectónicos. Pero planos de verdad; hechos con díngrafo, con dibujantes que le dedicaban hasta 1 semana por plano y donde cualquier error era fatal. ¿Como hacer para almacenar los planos de la memoria de la arquitectura colombiana? Para tal efecto habría que proponer al ministerio de cultura la creación del museo de la arquitectura – idea no del todo descabellada- con planotecas enormes y contenedores de maquetas que a escala humana hicieran la delicia de las nuevas generaciones, para que pudieran apreciar los que es un plano arquitectónico, un corte fachada, o una perspectiva a color animada, o un plan urbanístico, como el de le Corbusier y Sert para Bogotá. Esta tarea a la que habría que decirle una vida – y no alcanzaría en su propósito- ya de algún modo ha sido acometida por la revista Escala, pero a otra escala. Con sistemas de impresión sofisticados y haciendo gala de una gran olfato crítico, allí, en la revista, el lector desprevenido y especializado, podrá encontrar por amplios índices temáticos lo mas importante que ha hecho la arquitectura colombiana en los últimos cuarenta años. ¡Que veinte años no es nada! , “que febril la mirada”, dice el tango de Gardel. En el caso nuestro colombiano, 40 años de permanencia de una revista de arquitectura, es el infinito matemático de Hawking.
Cuarenta años documentado nuestra arquitectura con amor, con mística, con espíritu de sacrificio, con rigor y profesionalismo. Y es que la revista Escala, no nos equivoquemos, es la mas antigua de Latinoamérica y algunos afirman que la mejor. No se trata de subestimar a otras revistas de nuestro medio, como por ejemplo la excelente revista colombiana de arquitectura Proa, de esos héroes del patrimonio llamados Lorenzo Fonseca y Alberto Saldarriaga. Al contrario; Proa y Escala se complementan de manera sistemática, creando un circulo de vasos comunicantes: Lo que en la úna falta en la otra se suple y viscerversa.
Pero volvamos al tema. ¿Qué habría pasado con todos esos documentos –léase planos y memorias arquitectónicas- si no hubiera sido capturas en su debido momento por la revista Escala? Estarían irremediablemente perdidos, o sería muy difícil recuperarlos. Usted querido lector, ¡sabe lo que es hacer un levantamiento arquitectónico! Es volver a medir todo el proyecto y dibujarlo nuevamente a escala. No es tan fácil como algunos puedan creer. Los programas no trabajan solos. Ellos necesitan información de entrada: Es una de las labores más arduas del oficio, que bien conocen los arquitectos restauradores.
Podría decirse - sin exagerar y exagerando- que toda la arquitectura Colombiana está en la revista Escala, y la que falta está en la revista Proa. Y la arquitectura que está por hacerse, se fundamentará en esa corriente vertiginosa de calificados arquitectos colombianos, que dejan lecciones magistrales de arquitectura en cada una de sus cuarenta ediciones. ¿Como se aprende arquitectura? Vaya tarea difícil. Pero yo no seria arquitecto sino hubiera sido porque me formé en la revista Escala: La fotocopie, la pedí prestada, la acaricie, trate de robármela – cuando era estudiante, pero la culpa cristiana no permitió este tipo licencias- y finalmente, fue un instrumento muy eficaz a la hora de darse cuenta, que la arquitectura no se hace con carreta ni con ideas, se hace con planos y consistencia grafica y teórica. Si el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones, la mala arquitectura – léanse esos hechos constructivos que afrentan nuestras ciudades- está hecha de malas copias de la revistas internacionales de arquitectura. Sin que claro, tengan la culpa, ya que son los malos copistas, mal llamados arquitectos, –porque los hay buenos- los que ponen estándares de moda de esta arquitectura impersonal internacional.
Las revistas de arquitectura son instrumentos muy peligrosos, si se leen sin digerirlas, y se puede terminar el paredón de fusilamiento con licencia para copiar proyectos de todas índoles y modas pasajeras. Por ejemplo, cuando los arquitectos están es disfunción creativa, acuden a estas revistas como a un especie de viagra de la mente para inspirarse. Las consecuencias pueden ser nefastas para las ciudades. Muchos proyectos en Bogotá – por ejemplo, el centro Atlantis de 72 con 11- son malas copias de revista al estilo Miami Sound Machine. Pero claro, no importa, al fin de cuentas allí se pasa rico y finalmente adquirimos alguna identidad; la que otorga el pastiche Miami y el escandaloso vicio aberrante de la sociedad de consumo cuyo reflejo es la arquitectura.
Cuando camine por la ultima feria del libro de Bogotá - que en el 2008 será capital del libro mundial- me tope con el pabellón de la revista Escala, y allí se encontraba el número 40 – cuarenta- que es materia de esta elucubración arquitectónica. No encontré a David Serna, ni a su padre, solo algunas queridas vendedoras que distrajeron mi atención de la revista con sus encantos naturales. Luego me fui pensando por esos laberintos borgianos en que convierten los callejones de las ferias, donde uno camina en la memoria del aleph. ¡Carajo llevo veinte años como arquitecto y esta revista cumple cuarenta años, o sea prácticamente la mitad de mi vida profesional! De manera que me dije, no hay nada que hacer, hay que celebrar, me metí a alguno de esos maravillosos cócteles que solo se dan en la feria internacional de Bogotá y brindé a solas con mi revista Escala bajo el brazo. ¡Que cuarenta años no es nada! Toda una vida de agradecimiento para estos próceres de arquitectura colombiana de la Revista Escala, que no bastaría para corresponder al enorme servicio prestado al patrimonio arquitectónico nacional. Además, dicen las mujeres, que a esa edad - cuarenta años- los hombres se ponen interesantes. Y ya lo creo, mucho mas, las revistas de arquitectura… felicitaciones y en horabuena. Larga vida a la revista colombiana de arquitectura ESCALA.

MARIO NEREA GOMEZ
ARQUITECTO
MATRIX@UNIANDINO.COM.CO
AGOSTO 2 DEL 2005-08-02

DE LA CALLE DELC ARTUCHO A LA ATENAS SUDAMERICANA.UN EJEMPLO

PROYECTO CÚNDUA,
ALCALDIA MAYOR DE BOGOTA, 100 PAG. 2005.

Memorias urbanas de “La calle del Cartucho”


“ A veces ciudades diversas se suceden sobre el mismo nombre, nacen y mueren sin haberse conocido, incomunícales entre sí”
Italo Calvino (1)

Libro que trata sobre el imaginario social y urbano en la antigua calle del cartucho de Bogotá, a manera de un laboratorio urbano con propuestas artísticas para este sector de la ciudad. Pero ¿qué es Cúndua?, ese extraño nombre que le da titulo al libro. El termino tiene antecedentes en al mitología Arhuaca empleado por los indígenas de la Sierra nevada de Santa Marta y se refiere “al lugar a donde todos iremos después de la muerte”. EL proyecto se plantea como un pacto por la vida.
Patrocinado por La Alcaldía mayor de Bogotá, en el segundo periodo de la Alcaldía de Antanas Mockus, luego de las grandes reformas urbanas del alcalde urbanista Peñalosa, quedó un gran interrogante para recuperación social y humana de este sector deprimido de la ciudad. La gestora del proyecto es Alicia Eugenia Silva, la secretaria de Gobierno de Antanas, que con una fina sensibilidad social, cruzada con la política alternativa del alcalde Mockus , producen un laboratorio social único en su genero encarnado en las ilustrativas páginas de este libro documento.
En un futuro cuando los urbanistas e investigadores sociales quieran saber qué pasó en la calle del cartucho, tendrán que necesariamente referirse a este libro mapa de la memoria de lo que fue un complejo conglomerado social, que a su vez fue un símbolo del abandono, la postración y el malestar profundo de la marginalidad como expresión de las profundas desigualdades sociales que encarna un metrópoli como Bogotá.
Para precisar contextos hay que decir a manera de ilustración que la Calle del cartucho se encuentra en el barrio Santa Inés de Bogotá, uno de los sectores que hace 50 años tenían una dinámica propia y de comercio especializado, dada su cercanía con las terminales de transporte, que quedaban en la zona, generando un eje con la estación Terminal de ferrocarril. Un sector que vinculado a la Plaza España – hoy felizmente recuperada- y a la iglesia de los Mártires tenía un repertorio de arquitectura republicana, dado que allí asentaron comerciantes de la burguesía emergente con tipologías arquitectónicas decorosas. Se da en este sector una tensión política entre la recuperación de un sector de la ciudad para beneficio de todos los ciudadanos, como el parque “Tercer Milenio” –poco visitado por cierto-, y lo que fue un sector patrimonial, deteriorado por el abuso en el comercio marginal de estupefacientes y donde se narran las historias mas increíbles que se puedan escuchar de boca de su habitantes.
El proyecto en términos generales quiere involucran a estos habitantes – antes de ser desalojados por el buldózer y la aplanadora del progreso- para que cuenten sus historias, afirmen sus identidades y narren desde una perspectiva artística las memorias que los acompañan antes del desalojo final :“Quisimos que todos entendiéramos que es posible darle nuevos sentidos a la mirada. Muchos se sintieron por primera vez protagonistas de su propia historia. Algunos olvidados por la sociedad, reafirmaron su condición de ser humanos y nos invitaron a reconocernos como iguales, a reconocer al otro”. Se trató, en síntesis, de valorar la vida de cada una de estas personas para reconocerse como sociedad y compartir una experiencia identitaria y de autoafirmación social. El proyecto explora desde la memoria y el arte, maneras novedosas de proteger la vida y fomentar la convivencia.

Y es que hay que ser puntuales y claros, recordemos que debido al grave estado de abandono y deterioro social y urbanístico del área, que presentó las mas altas de homicidio e inseguridad en Bogotá, durante la última década, la renovación implicó la demolición de las veinte hectáreas – un amputación colosal- del Barrio Santa Inés. O, como dijo Alberto Saldarriaga:”una ciudad bien construida no es sólo aquella en que los espacios y sus edificios son duraderos y bellos; es aquella, cuyos espacios y edificios tienen sentido en la vida de sus ciudadanos” (2). No se puede pretender hacer una limpieza social urbana, sin redimir a sus pobladores, porque en las ciudades, las poblaciones flotantes tarde o temprano encuentran formas de apropiarse del espacio. La ciudad es una síntesis de las luchas por la conquistas de un espacio, de identificar un territorio y de apropiarse de todos sus significados de supervivencia. No podemos pretender tener una Bogotá como una taza de plata para la vista de los foráneos , desplazando población marginal –emigrantes, desplazados, desempleados- que tarde o temprano irán a parar a la delincuencia, o a sectores infiltrados de las guerrillas urbanas o los paramilitares. Todos estos procesos son caldo de cultivo para desestabilización y hay que recuperar el tejido social, desgarrado por décadas de olvido e indiferencia hacia la marginalidad. En ese sentido, la afirmación del profesor Zambrano, uno de los directores el proyecto Cúndua “Una pacto por la vida”, me parece muy puntual cuando afirma de manera radical que todos contribuimos a la construcción del cartucho :”Si aceptamos que uno de los ejercicios del poder es el manejo de la memoria, la no comprensión de lo que sucedió en esta porción de nuestro espacio urbano, no entender que el Cartucho somos todos, que durante medio siglo toda la ciudad contribuyó a la destrucción de Santa Inés, y que la solución no sólo pasa por ordenar esta porción de “urbs”, sino que debe pasar por redefinir la “cívitas” que allí existe, no podemos construir una historia contemporánea de ciudad” (Pág. 45).

Bogotá no se puede dar el lujo de darle la espalda a estos fenómenos tan complejos de la vida urbana. Bogotá está aparentemente bien en sus indicadores económicos, pero hace falta sensibilizarse para entender que la ciudad somos todos, que el espacio público es de todos, y que la responsabilidad sobre fenómenos como los que ocurrieron en nuestra olla social llamada “calle del cartucho” fueron el resultado
de la exclusión, el desarraigo y de una serie de políticas públicas elitistas, que vieron en la marginalidad un problema asistencial, y no un resultado del profundo desajuste social de nuestra ciudad. Para que la degradación del ser humano, no se vuelva a repetir en otros sectores de la ciudad, y se convierta en un asunto de rotular a los llamados equivocadamente “Desechables”, queda este magnifico libro como testimonio claro y bien documentado de cómo fue arrasado un sector de la capital y de cómo sus habitantes también tenían derecho a la ciudad y a encontrar una forma de vida mas digna en medio de la “Atenas Suramericana”, que para ellos fue “la tenaz supervivencia en Bogotá”.
Para terminar el poema “Prometeo” de Carlos Carrillo, antiguo habitante de la Santa Inés - El cartucho- y que hace parte de los múltiples textos alternativos, escalofriantes, y ampliamente documentados con los que está compuesto este libro:

“En este lugar, un hombre
Con cara de buitre devoraba todos
Los días el dinero de mis bolsillos
Que tenía que llenarlos sin parar.
El hombre que me miraba
Como algo insignificante que
Podía devorar cuando quisiera,
Carramanio y con un suspiro
Agonizante, sobre todo cuando
Consumía, también descargaba
Sus porquerías sobre mí.
Yo me alimentaba de esta
Porquería y lo devolvía en mi
Propia degradación sobre el suelo
De este lugar “(PAG.62)

MARIO NEREA GÓMEZ
ARQUITECTO


1.-Calvino Italo. Las ciudades invisibles. México .ediciones Minotauro, 1.993.
2.-Saldarriaga, Alberto, “Imagen y memoria en la construcción de la ciudad: hábitat de diversidad y complejidad, Universidad Nacional de Colombia, Unibiblos. Bogotá, Abril de 2.000, p.166.

LA IGLESIA DE SAN DIEGO

LA IGLESIA DE SAN DIEGO

MARIO NEREA GOMEZ

La arquitectura colonial dejo en Bogotá, verdaderas joyas para decantar visualmente por el transeúnte desprevenido. Tanto en el orden civil, como en el religioso, muchas huellas de arte colonial quedaron plasmadas dentro del centro de
la capital... Una de ésas reliquias es precisamente “El convento de San Diego “que permanece inmutable a través de los siglos: es una isla urbana detenida en el tiempo, a cuyo alrededor crecen los edificios gigantescos que caracterizan el Centro Internacional de Bogota.
EL Convento de San Diego se construyo en 1.606 en los terrenos que conformaban la esplendida casa de campo de Don Antonio Maldonado de Mendoza, llamada la Burburata. Santafé de Bogotá comprendía en ese entonces, desde la calle 1ª hasta la calle 26; y desde la carrera primera, hasta la carrera catorce, que era el nuevo barrio San Victorino. La iglesia fue concebida en su época, como un típico convento rural, a la vera del camino de Tunja, con adobes empañetados, techo y balcones de estructura en madera y cubierta de teja de barro.
A mediados del siglo XIX, Chapinero, en ese entonces, una pequeña población, situada a dos kilómetros de Bogotá, empezó a crecer. Las familias de la aristocracia Bogotana tomaron lugar para sus quintas en los terrenos intermedios entre santafe y chapinero. El canino a Tunja – carrera 7a –, y la alameda –carrera 10ª- se ampliaron; ambas vías se cerraron configurando un triangulo urbano muy determinado para convento. Esta zona se pobló rápidamente y al noroccidente se construyó Babaria. Pero a principios de siglo todavía se podía ver a San Diego, como una iglesia rural, gracias al contacto y la cercanía aledaña del Parque De la Independencia, una extensa zona verde alrededor de la quebrada, que una vez canalizada por el alcantarillado, formó una salida rápida para el occidente de la ciudad.
A principios de los años 60, la zona residencial de San diego empezó a convertirse en lo que es hoy el Centro internacional, con edificios como el hotel Tequendama y Bavaria. La iglesia de san Diego presenta un fuerte contraste con su entorno urbano. Alrededor de ella giran edificios como Colpatria, Seguros Tequendama y la Torres del parque –del arquitecto Salmona-, y es un punto de carácter histórico que marca un símbolo en la malla urbana de Bogotá.
Hoy este sector es uno de los más dinámicos de la ciudad en términos de intercambio comercial y cultural. Es un punto vital de encuentro urbano. Allí se encuentran importantes ejes como el Planetario - Plaza de Toros, el Parque de la Independencia, que un sitio estratégico de respiración visual del centro de la capital, existe además en el nuevo espacio recuperado por la Alcaldía Peñalosa, el legendario “Mono de la pila”, donde está la placa conmemorativa del Club de Leones de Bogotá.
La iglesia de San Diego, con la riqueza, el acopio ornamental y la calidad de su volumétrica arquitectónica, es un hito de la ciudad, que habla del pasado conventual y la hace mas amable al transeúnte, conservando intacto, su emplazamiento, en el tejido urbano de la capital.

2008-05-12
MNARIONEREA@YAHOO.ES